“PASAIA, EDEN DISDIRATSU TTIPI HAU...”

 

Cuando Victor Hugo vino a Pasaia en 1843 nunca llegaría a imaginar que la casa donde habitó se conocería años más como la Casa Victor Hugo, convertida en oficina de turismo y en un museo en su honor; el primer museo inaugurado en Euskadi que aún permanece abierto y centro de peregrinación de miles y miles de turistas que se acercan tras sus pasos.

 

De Pasaia escribiría: Este lugar magnífico y encantador como todo lo que tiene el doble carácter de la alegría y la grandeza, este sitio inédito que ningún “tourist” visita, este humilde rincón de tierra y agua que sería admirado si estuviera en Suiza y célebre si estuviera en Italia, y que es desconocido por que está en Guipúzcoa, este pequeño edén resplandeciente adonde llegué por azar, y sin saber donde estaba.

pasaia eden resplandeciente

Vino andando desde Ulia con la mirada vuelta y abierta en su interior. Si hubiera venido hoy, habría podido elegir venir en Catamarán desde Donostia, que incluye la visita a la construcción de la Nao San Juan en la Factoría Marítima Vasca Albaola, y comprobar que la carpintería de ribera, que antaño fue una de las actividades principales del puerto de Pasaia, no había desaparecido.

Precisamente en el mismo punto donde le esperaban las ansiosas bateleras en el siglo XIX  se traslada hoy en día la motora que cruza la bahía uniendo los dos Pasajes que Victor Hugo conoció, San Pedro y Donibane.De pronto, como por encanto, y sin que hubiera oído el silbido del tramoyista, el decorado cambió y apareció ante mí un espectáculo maravilloso. Una cortina de altas montañas verdes recortando sus cimas sobre un cielo resplandeciente; al pie de esas montañas, una fila de casas estrechamente yuxtapuestas”.

¿Acaso no sigue siendo Pasaia “un lugar único en el mundo entero en el que la historia y la naturaleza se encuentran y construyen cada una un lado de la misma villa?”.

Sin dudar un instante, Hugo volvió a Donostia a recoger sus cosas. Lo tenía claro, iba a trasladarse a Pasaia y a conseguir habitación. Una vez instalado, desde su balcón, que da al mar, vería hoy en día el barco museo Mater: un atunero tradicional testigo de un pasado glorioso en la mar y de las técnicas tradicionales de nuestros arrantzales, hoy convertido en museo flotante. Además, durante los meses de verano el atunero Mater ofrece un sinfín de actividades para todas las edades: salidas al mar, taller de conserva de anchoas, rutas guiadas, etc.

Siendo época estival hubiera podido conocer sus famosas regatas de traineras, cuyos equipos locales disfrutan de una buena racha en la actualidad, sobre todo el femenino, curiosamente conocido como Bateleras. El mejor momento se vive durante las regatas del 30 de julio, cuando la bahía se tiñe con los colores de cada equipo y las calles de Donibane se engalanan para celebrar sus fiestas patronales. Otro de los eventos más representativos es la sardinada popular de San Pantaleón en Pasai Donibane (27 de julio),  del cual el escritor no habría perdido detalle participando, sin duda, como un vecino más.

Victor Hugo tenía fama de gourmet (o más bien de gourmand) y sobre su mesa de tapete verde daba buena cuenta a unos 9 platos en una sentada. Pescado fresco, carne de calidad, verdura arrancada en el riachuelo esa misma mañana, postres de fruta de temporada, o crema de chocolate, que para eso tenía Pasaia el monopolio del comercio del cacao en Europa. Afortunadamente nada de eso le iba a faltar. Es otra de las tradiciones que perviven hasta nuestros días, pues es de sobra conocido que en Pasaia se come y se bebe bien.

Más información:

Oficina de Turismo de Pasaia – 943 341 556 – turismoapasaia@oarsoaldea.eus

www.oaldeaturismoa.eus

 


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